Fin de semana palentino (del 19 al 21 de septiembre de 2014) parte I – crónica por Estibaliz Dilla
Viernes 19-09-14
En este último fin de semana del verano que coincide con el inicio de la época de “la berrea”, nuestro equipo de aixe-mendizales se desplaza a la montaña palentina. Creo recordar que hace tres o cuatro años, el tiempo pasa deprisa y ya no me salen las cuentas, estuvimos conociendo esta parte de nuestra orografía culminando en el Curavacas(2.524 mt). Por aquel entonces decidimos que al año siguiente teníamos una cita pendiente con el Espigüete que aunque no es el más alto de la cordillera es el más emblemático. Ha pasado ya algo más de un año pero allá vamos. Siete vasquitos a conquistar la montaña paletina.
La Casa del Oso es bastante recomendable en cuanto a calidad-precio, muy bien equipada, tiene casi de todo, aunque no está hecha para gente alta. Llegamos ya sobre las 20:30, habiendo parado antes en Cervera de Pisuerga a hacer las compras para aprovisionarnos. Así que, cuando llegamos a Cardaño de Abajo ya estaba anocheciendo y al poco hubo una fuerte tormenta. Las previsiones para sábado y domingo eran buenas, pero la noche no auguraba sol precisamente. Después de elegir cama y de una buena cena a base de ensalada, huevos fritos, chistorra y pimientos, nos fuimos a dormir.
Sábado 20-09-14
A las 7 teníamos el toque de diana. Como siempre aquí la menda lerenda que duerme poco y mal, es la primera en levantarse y meter ruido. Y mientras los demás van desperezándose, zascandileo en la cocina para ir preparando las cosas para desayunar.
El día estaba muy oscuro y nublado, los más optimistas teníamos esperanzas de que clarease, pero esta jornada ganaría la parte pesimista. Nos acercamos con el coche a Cardaño de Arriba para subir al Peña Prieta. Hacía temperatura bastante fresquita, claro que ya lo esperábamos en esta parte de Castilla. La senda durante unos 45 minutos discurre por un sendero cómodo y ancho, bastante llano, que va paralelo al río Cardiel y que poco a poco va cogiendo altura. Pasamos un par de puentes, y dejamos atrás un cartel señalizador donde a izquierda marca el pico Murcia; nosotros vamos siempre a la derecha. Fuimos gratamente acompañados desde principio a fin por un simpático perro del pueblo que no nos dejó solos ni un momento. Subió con nosotros hasta la cima y bajó siempre a nuestra vera. Sabíamos que nuestro objetivo de la jornada estaba lejano, pero no lo pudimos ver en ningún momento debido al cúmulo de nubes que se agarraban a las partes más altas de la cordillera Carriona. Durante el camino oímos a los ciervos berrear. En algún momento tuvimos lluvia pero fue poca. Lo peor del día fue el viento que soplaba frío y nos congelaba las manos a pesar de que casi todos íbamos equipados con guantes. El camino se fue haciendo algo más exigente y estrecho a través de hierba. Después ya empezamos a subir en zig-zag un buen tramo por terreno de piedra a ratos grande y a ratos pequeña que se ascendía sin problemas. Llegamos así a lo alto de la loma sorteando piedras resbaladizas debido a la niebla, a lo que dedujimos que era el Tres Provincias(2.499 mt), y luego descendimos un poquito para coger de nuevo la última parte de subida entre piedras a la cima del Peña Prieta (2.539 mt) coronada por un punto geodésico. A ratos cuando el viento se llevaba la niebla pudimos ver un precioso paisaje con lagos y con las cimas más hermosas tapadas siempre del Curavacas por un lado y Espigüete por otro. Pero nos duraba muy poco la buena vista del paisaje. Como no estaba el clima para quedarse en la cima a realizar el hamaiketako, foto y bajada de seguido. En un remanso nos pusimos en medio del camino a comer y reponer fuerzas. Después seguimos el camino de vuelta esta vez por debajo del Tres Provincias y descendimos el zigzagueo. A partir de aquí ya hizo mejor temperatura y empezó el día a clarear. Sobre las 16:00 llegamos al parking. Todos bajamos con una sensación de sueño, quizá debida al cambio de temperatura.
Después de una ducha caliente y reconfortante nos pusimos de camino a Camporedondo donde habíamos quedado con el guía que nos iba a llevar a ver la berrea. Montamos en una furgoneta y después de un buen rato de traquetear por caminos forestales en los que el vehículo parecía que iba a desencajarse por el ruido que hacía, con el correspondiente bamboleo que esto suponía, paramos a los pies de una cuesta cuyo último trecho ya hicimos a pie y nos llevó a un alto desde el que se avistan los ciervos. Claro que hay que hacerlo con prismáticos, y siguiendo las pistas del guía que los ve incluso sin ellos. Pero para la mayoría de nosotros fue bastante decepcionante pues se ven muy lejos. Algunos de nosotros teníamos la esperanza de que los íbamos a ver mucho más cerca.
Tras la berrea, barbacoa de panceta para cenar en Casa Oso y a la cama a reponer fuerzas para el día siguiente.